El lugar es verdaderamente hermoso, con habitaciones amplias y cómodas, y las camas son sumamente acogedoras. Sin embargo, mi experiencia se vio empañada por un episodio desagradable durante mi estadía. Al bajar al restaurante para almorzar, me encontré con la desagradable sorpresa de que no había mesas disponibles. La jefa del restaurante no mostró disposición para resolver la situación y, de manera poco cortés, me informó que no podía decirme cuánto tiempo tomaría antes de que se liberara alguna mesa. Además, me indicó que no ofrecían servicio al cuarto y sugirió que empacaran mi comida en un tupper si quería llevarla. La grosería con la que se dirigió a mí, insinuando que no tenía prioridad por ser huésped del hotel, dejó mucho que desear. Esta experiencia realmente afectó mi percepción de la atención al cliente en el hotel. Lamentablemente, debido a este incidente, no consideraría regresar.