Muy acogedor. Con muebles vintage y decoración "marina", propio de la zona.
Muy limpio. Dispone de todo lo NECESARIO (en mi caso, porque me gusta planchar, eché en falta una plancha pero LA ARRUGA ES BELLA).
Impresionante todo: acceso directo al mar. Parking interior y exterior. Zona ajardinada alrededor. Y además, Anna nos recibió enseguida y muy disponible para lo q necesitáramos, muy, muy amable. Además, Sant Pol, su gente y alrededores... Como en el paraíso.